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ESCUELA DE ARTE DE BURGOS

AUTOR: PRIMITIVO GONZÁLEZ PÉREZ

Un edificio son muchas cosas. Pero hay algo que diferencia algunos edificios de otros. Son edificios que tienen un determinado “carácter”, esa es su esencia. Imaginábamos la escuela como un gran taller donde el trabajo manual cobra importancia, espacios imaginados como el estudio de un artista, un diseñador o el taller de un ebanista. Ese “carácter” debía estar presente, ser el edificio.

Cada área funcionalmente debe estar diferenciada, pero el alumno debería conocer todas las actividades del centro, debe conocer lo que se “cuece” en cada taller. Sentirse integrado en el centro y no sólo en su especialidad. Deseábamos la máxima apertura visual, como parte importante del proceso de aprendizaje y conocimiento. El edifico, situado en el interior de una manzana de bloques de viviendas, recoge la geometría del lugar. Un cuerpo bajo, de una planta, sigue la forma de la parcela. Sobre él un cuerpo que incorpora el espacio de acceso, vestíbulo y sala de actos, se dibuja con geometría ortogonal. Lugar, nuevo orden, se expresa en su apariencia exterior. La planta baja como zócalo, de ladrillo clinker negro y el cuerpo superior una caja de color azul intenso. En la planta baja los talleres y en el cuerpo superior las aulas teóricas. Los dos usos, las dos formas se superponen. El conjunto se dibuja sobre una trama modular, alternando espacios docentes y patios, articulados en un esquema sencillo guiado por dos pasillos longitudinales unidos por otros ortogonales y núcleos verticales que definen una trama formando un anillo de circulaciones que permite una optima relación de todos los elementos. El programa reserva escaso espacio para áreas sin uso “específico”. En el aprendizaje del arte, el intercambio personal, las relaciones, la información no reglada es parte vital del proceso de maduración. Es necesario un espacio donde esto se pueda producir. La superficie establecida como “vestíbulo” se amplía con las circulaciones que lo rodean, a este espacio se incorpora una pequeña zona de descanso, con máquinas de bebidas, abierta a la calle. El salón de actos se dispone como prolongación del vestíbulo, con la posibilidad de integrarse, con un tabique móvil. Un espacio a doble altura sobre el que cruza la pasarela que cierra el anillo de circulaciones de la planta primera.
De esta manera se logra un espacio de relación de cierta amplitud. El salón de actos se puede ampliar, cuando la importancia de una actividad lo requiera con el espacio del vestíbulo y este cuando la sala no esté en uso, se amplía con ella. El cómo se utilice dependerá de los usuarios, la dimensión permitirá exposiciones, debates, desfiles de moda… Entre este área de relación y la calle se dispone de un espacio acristalado, una vitrina, un “escaparate” en el que el centro podrá presentar sus resultados, sus actividades a la ciudad y como elemento de intercambio de información entre los alumnos.

El carácter modular y una precisa trama, permite sistematizar la estructura de hormigón. Las instalaciones son vistas. Aspectos que ayudan a conferir carácter a los talleres. Las tabiquerías son en seco para permitir adaptaciones futuras a programas de enseñanza que sin duda evolucionan con las nuevas tecnologías. Los patios crean cierta compartimentación sin segregar visualmente los diferentes módulos. Las condiciones del subsuelo y el hecho de que la parcela estuviera a una cota inferior a la de urbanización, ha posibilitado un semisótano sin demasiada repercusión en el presupuesto. Se utiliza para ocultar los coches, para aparcar las bicis pero sin duda eventualmente podría acoger otras acciones en momentos puntuales. El edificio quiere estar abierto a la imaginación del usuario, posibilitar cierto dinamismo. La Escuela será lo que su “comunidad” de usuarios quiera que llegue a ser. Quiere ser como una caja, como un papel “en blanco”, abierto a la creatividad de los alumnos y profesores.

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