primer premio

REFORMA Y RESTAURACIÓN DE LAS ATARAZANAS REALES 1984-2012, BARCELONA

AUTORES: ESTEBAN TERRADAS MUNTAÑOLA, 1950 ROBERTO TERRADAS MUNTAÑOLA 1944
COLABORADOR: JOSEP FERRANDO Y KEES-JAN VAN GORSEL

1.-Restauraciones e intervenciones en el lado de poniente de las grandes naves. La fachada que presentan hoy día las Atarazanas es una  muralla con importantes troneras. Construida – a finales el siglo XIV y principios del XV -  adosada al muro de cerramiento de la Atarazana de Pedro II el Grande de 1284…

El elemento estructural característico de las Atarazanas de Barcelona  es el elemento de trabada que se produce por la intersección de dos arcadas: las arcadas diafragmáticas, en las que se apoyan las cubiertas, y las arcadas acueducto que contienen los canales de desagüe.

Las atarazanas constaban de ocho naves iguales trazadas entre dos estrechos espacios porticados, el de levante, situado frente a la ciudad y el de poniente, frente a la montaña de Montjuich; es a este último – formalizado por la novena arcada acueducto y los contrafuertes de las correspondientes arcadas diafragmáticas – al que pertenecen el muro de cerramiento del XIII y la muralla del XIV – XV.

Este porticado estaba muy deteriorado, sin cubiertas, con abundante vegetación y tapiados cada uno de los arcos de la arcada acueducto; desde el interior del edificio no se podían ver ni el porticado, ni el muro de cerramiento, ni la muralla.

La restauración ha consistido en restituir tanto la arcada como el muro de cerramiento ya que éste presentaba unos muy irregulares orificios que embocaban las troneras de la muralla.

Con el fin de conservar la construcción medieval, se han consolidado los diferentes paños del muro sin derribarlo y los orificios se han  regularizado mediante unos grandes marcos de planchas de acero con las dimensiones del espacio interior de las troneras. Los marcos hicieron innecesaria la construcción de jambas de ladrillo o de piedra lo que permitió conservar tal como estaba el muro de cerramiento. Las zonas de ensamblaje se rellenaron con cerámica y finamente se revocaron con cal natural.

Ahora, la luz del Sur y del Oeste invaden el espacio de las naves de poniente y permite contemplar la transparencia de este enorme espacio isótropo que configuran las Atarazanas.

2.- La cubierta. La cubierta que existía en la Atarazanas en el ámbito de las Grandes Naves fue reconstruida hacia 1950. Consistía en unas vigas, la mayoría de hormigón, que mediante listones de madera soportaban un tablero de rasillas cerámicas y sobre éstas, las tejas. La cubierta era un radiador de calor en verano y de frío en invierno. Las vigas de madera de las naves 1 y 2 presentaban los cabezales muy dañados por los agentes xilófagos al estar empotrados en el macizado de los  muretes triangulares de las arcadas diafragmáticas. La función, pues, de los modillones era meramente decorativa; algunos eran de piedra pero la mayoría eran de hormigón o de cerámica. El resultado fue que la geometría de las cubiertas era irregular; las cumbreras no presentaban líneas continuas y los planos de las cubiertas eran superficies alabeadas.

La restauración actual ha contemplado el desmontaje de todas las cubiertas para disponer nuevas vigas de madera apoyadas, ahora, en los modillones alineados. Sobre las vigas y los listones se han colocado unos tableros constituidos por un aislante de 8 cm. de grueso entre dos capas cerámicas. Sobre el tablero se han extendido unas membranas asfálticas y restituido las tejas.

Las nuevas cubiertas permiten no solo un excelente aislamiento térmico sino también, una nueva visión del interior de las Atarazanas que antes apenas se percibía: la continuidad del espacio interno mediante la geometría y la luminosidad de los planos quebrados que constituyen el techo.

3.- El suelo y las instalaciones. El inmenso espacio isótropo de las Grandes Naves sugería una distribución oculta de las instalaciones – de confort y de todo tipo – necesarias para el buen funcionamiento del Museo.

La única posibilidad era disponerlas bajo tierra. La renovación del enorme volumen de aire requería una compleja maquinaria que no podía situarse en las cubiertas dado que éstas configuran la 5ª fachada de Atarazanas.

La maquinaria se ha ubicado en el patio de aguas – situado entre las Grandes Naves y la Sala Marques de Comillas – tratada como un conjunto de elementos geométricos puros sin que sobresalga ningún componente. Así, todos los conductos y tuberías se han distribuido por debajo de las máquinas de manera que a pesar de que el patio esté “ocupado” por volúmenes paralepipédicos, el patio, se sigue presentando al visitante como el conjunto de acueductos y arcadas que desde antaño lo han conformado. La maquinaria queda oculta detrás de vidrios traslúcidos hasta una altura de 2 metros.

La obligatoriedad de disponer de grandes conductos para la renovación del aire y tuberías de las diferentes instalaciones bajo el suelo, hizo absolutamente necesaria una prospección arqueológica; prospección que ha permitido descubrir una necrópolis romana, un mausoleo y elementos (muros, pilares, pozos, paredes) de la atarazana medieval. Se dibujaron con precisión cada uno de los restos arqueológicos con el fin de bordearlos y sortearlos con los diferentes conductos, tuberías y bandejas eléctricas. Solo son visibles las rejas de distribución del aire, las “cajas” del suelo radiante  y los postes que soportan todas los elementos de iluminación, los de incendios y las diferentes señales.

Por otro lado, el suelo de Atarazanas presentaba varios pequeños desniveles que interferían en la visita museística y dificultaban el acceso a las personas discapacitadas. El nuevo pavimento se ha realizado en pavimento continuo de hormigón con una pendiente uniforme unificando así el espacio de las naves

 

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