seleccionado

AUTORES: Mariano González Presencio, José javier Esparza Unsain, Miguel Ángel Díaz Iturriaga, Elena Chávarri Burguete y Luis Arellano Yanguas

La solución propuesta surge del encuentro entre las características formales y las condiciones urbanísticas del solar en el que debe asentarse el edificio y las solicitaciones que se derivan de un programa no excesivamente complejo pero muy determinado en sus dimensiones y funcionamiento.
La parcela en la que ha de situarse la nueva residencia se encuentra situada entre dos alineaciones ineludibles, que la configuran con una forma muy alargada. Al este un vial urbano rectilíneo por el que acceder a la parcela. Al oeste un ribazo fluvial respecto al que es requisito legal respetar una distancia de protección, lo cual provoca si se pretende maximizar el aprovechamiento urbanístico, un contorno curvo nada aleatorio.

El programa a desarrollar se presta a una fácil subdivisión en tres áreas funcionales bien diferenciadas. Por un lado estaría la zona de dormitorios y aseos, con dos tipos de habitaciones (dobles e individuales), área en la que parece interesante integrar las cuatro salas de estar que contempla el programa. Por otro lado los espacios comunes (sala de relajación, comedores, etc.) y por último, el área de servicios (vestuarios, cocina, lavandería, etc.). Puede distinguirse también una pequeña dotación administrativa que se recoge en el programa.

Como ya se ha señalado con anterioridad, la confluencia entre las posibilidades que permite el solar y el programa descrito ha llevado a un planteamiento organizativo que aprovecha casi en su totalidad la ocupación en planta baja para situar en ella los espacios comunes y las áreas administrativa y de servicios, dejando para las habitaciones un volumen prismático en dos alturas de menor superficie hasta consumir la totalidad de la edificabilidad permitida.

Este planteamiento ha supuesto la aparición de una planta baja muy caracterizada formalmente, con un trazado curvo hacia el ribazo fluvial, para ajustarse a la irregularidad del área edificable sobre la que se distingue nítido el paralelepípedo que alberga las habitaciones.

Las plantas de habitaciones se organizan como una secuencia de habitaciones con dos cuartos de estar en los extremos junto a las dos circulaciones verticales, la principal y la de emergencia que filtran el posible ruido proveniente de las salas de estar para las habitaciones más próximas. El hecho de que el programa contemple habitaciones dobles e individuales ha permitido una agrupación mixta en torno a un aseo para cada tres camas. Un ascensor montacamillas hace totalmente accesibles cada una de estas plantas. Una ocupación parcial del sótano completa el programa con el almacén general y los cuartos de instalaciones.

El aspecto exterior del edificio no hace sino recoger la organización descrita. La presencia de los pasillos de circulación en la fachada permite una composición abstracta que se resuelve mediante el recurso a celosías de ladrillo caravista que tratan de ofrecer una imagen discreta y amable del edificio preservando su intimidad interior, con espacios de circulación muy luminosos pero relajantes gracias al doble filtro de luz existente. En la fachada oeste, al ribazo la celosía vuelve a aparecer en la planta baja, conjugando la seguridad, la protección de vistas y la introducción de un alto grado de luminosidad en las distintas estancias. Sólo la fachada de las habitaciones, más retraída, hace aparecer unos huecos más convencionales que describen la disposición de las habitaciones y su alternancia tipológica, introduciendo un material que sirve de contrapunto a la predominancia del ladrillo caravista. La opción por el ladrillo caravista busca también rebajar la escala de un edificio que por mor de la abstracción de su composición podría resultar de una dureza un tanto excesiva para su entorno y para su uso, garantizando, por otra parte, la conservación y el mantenimiento fácil del edificio a un coste proporcionado.